Prólogo
En julio del 2014 empezamos a impartir sesiones de Reiki a los enfermos del hospital Santa Clotilde, en Santander.
Gracias a la mente abierta y la calidad humana de la dirección y profesionales del hospital, nos permitieron la oportunidad de crear un voluntariado de Reiki.
Hoy en día, afortunadamente, el Reiki se ofrece en muchos hospitales de España y de otros países, en alguno llevan mas de una década impartiendo esta técnica con resultados muy gratificantes. Muchas personas están haciendo una labor desinteresada, todas ellas se merecen mi mas profundo respeto. Estoy segura de que todos ellos tienen un montón de anécdotas, yo por mi parte, he sentido las ganas de compartir las mías.
Nuestra misión es transmitir energía Reiki, que es energía de amor para que la utilicen como mas lo necesiten. Nosotros no nos cuestionamos que hace la energía en cada paciente, simplemente la transmitimos y la energía hace el resto.
No pretendo extenderme demasiado así que iré compartiendo diferentes experiencias separándolas por capítulos.
Por respeto a las personas de las que voy a hablar, cambiaré sus nombres.
Uno de los grandes efectos de la energía es que proporciona paz y tranquilidad interior.
Agradecen mucho la energía personas que están nerviosas , cuando les preguntas que han sentido, comentan que han sentido calma. Los que sus cuerpos tiemblan se relajan, dejan de temblar y normalmente se duermen. Lo mismo ocurre con los que tienen problemas con dormir, estos se quedan profundamente dormidos durante la sesión.
Una mujer con la mirada ausente y que ha perdido la fuerza de seguir adelante después de recibir energía comenta; “He sentido mucha paz”.
María, nuestra pionera, una gran mujer que espera que llegue el día que vamos porque, palabras textuales: «Me encanta, me siento en la gloria». Ahí está como una campeona, el tiempo que dure no lo sabemos, lo que si sabemos es que, en la media hora que dura la sesión, se siente «Maravillosamente bien».
Artículo de Loreto Alonso-Alegre Arana.
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