Seguramente ya sabéis que el objetivo final de todo camino espiritual es el volver a la inocencia. El problema es saber que significa eso para cada uno de nosotros. Para mi el volver a la inocencia es el volver a tener fe, el volver a creer como cuando eramos muy pequeños. Cuando el mundo era un sitio maravilloso por descubrir y todas nuestras necesidades estaban cubiertas. Muchos miraréis hacia atrás y pensaréis “mis necesidades no estaban cubiertas”, “el mundo no era maravilloso”. Lo que digo es que recordéis más atrás que eso. Os daréis cuenta que realmente no notabais los problemas, que para vosotros sí que estaba todo bien. Con el tiempo escuchamos a nuestros padres y hermanos mayores y entran los miedos, temores y el estar consciente de los peligros, pero antes de eso, al principio, todo estaba bien y las cosas simplemente eran así.
El asumir la responsabilidad de nuestro cuerpo es fácil ya que coincide con los intereses de nuestra sociedad materialista y por todas partes nos están diciendo de comer mejor, hacer ejercicio, etc. El asumir la responsabilidad por nuestro entorno es más difícil ya que implica cambio de costumbres en la manera de consumir alimentos, tratar nuestra manera de desplazarnos y gestionar la energía de uso personal. Los mas preocupados por esto se unen a grupos como Greenpeace que son la conciencia de nuestra sociedad en estos temas o se unen a partidos políticos que llevan el respeto por la vida y la ecología en su ADN. Por último el camino más difícil, el asumir la responsabilidad de nuestra vida espiritual. Como en el caso del entorno, lo primero que hacemos es desconfiar del sistema oficial, o sea la iglesia. Normalmente no pensamos que sean malos, simplemente no son suficiente.
Como dice la canción de Enigma “No es el principio del final, es el volver a ti mismo, es el volver a la inocencia.”
Artículo de Alejandro Ahumada.